lunes, 11 de enero de 2010

CHILE

Es complicado explicar nuestro viaje a Chile.
Por donde empezar, ¿por su naturaleza o por su gente?
Bien simple pensarán aquellos que no conocen el país. Pero, ..... piensen por un momento ....... en lo que respecta a su naturaleza,
¿empezamos por el ardiente Atacama, el desierto más seco del mundo, o por los gélidos glaciares del sur?
¿por los siempre humeantes, aunque no siempre visibles geíseres del Tatio o por la ahora apagada y siempre arisca Tierra de Fuego?
¿por el desolado Valle de la Luna o por los fértiles valles del centro?
¿por la silenciosa Región de los Lagos o por el intrincado Estrecho de Magallanes?
¿por la majestuosa cordillera de los Andes o por el impresionante Océano Pacífico?
¿por su capital, Santiago, por la ciudad de Puerto Natales, o por el pueblo de Hornopirén?

En cuanto a su gente,
¿prefieren saber primero de los fieros araucanos del centro o de los incas del norte que intentaron, sin éxito, desplazarlos de su territorio?
¿de estos últimos o de los primeros españoles que, al mando de Pedro de Valdivia, lo consiguieron?
¿prefieren conocer a aquellos españoles o a los descendientes de todos ellos, araucanos, incas y españoles, que lucharon valientemente contra la dictadura del general Pinochet?
y, ¿a esos chilenos o a los que, hace años, luchan por olvidar y hacer olvidar aquella etapa de su historia y de su vida, a fuerza de una bondad y de un cariño que no dudan en derrochar?

Ya ven que no es fácil. A lo largo de sus casi 5000 km, la limpieza de su cielo solo es comparable a la transparencia de sus gentes y la generosidad del medio a la calidez de las personas.

Pocos países pueden presumir de una naturaleza tan extrema como maravillosa al tiempo que de una gente tan sencilla como entrañable, y dado que su grandeza impide que las palabras alcancen y las imágenes le hagan justicia, solo me queda recurrir a un tópico que en este caso encuentro más que justificado: HAY QUE VIVIRLO!

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